lunes, 8 de junio de 2009

La sirenita Ariel

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El duendecillo

Tomás y Carlos 5º EP



En Rumanía, había una casa en la que se encontraba Juanito, un niño de 10 años, sólo leyendo un libro en el salón. Cuando terminó de leerlo subió a su habitación, en el momento de entrar, encontró la habitación llena de polvos que brillaban. De repente vio una cosa pequeña moviéndose muy rápido y desordenándolo todo.

Juanito intentó atraparla, pero no fue capaz, entonces puso una trampa en el suelo y esperó a que “esa cosa” cayera en la trampa. Poco rato después la cogió y vio que era un duendecillo, bajito y regordito. Entonces le pregunto de donde había salido y por que había venido. El duendecillo le respondió que era de Escocia y que sus padres le habían echado de casa porque era muy revoltoso.

Juanito, antes de hacer algo, lo vistió con un gorro verde, unas medias y un vestido para que no tuviera frío, también le dio de comer para que no pasara hambre y le enseñó a ser ordenado.

Al cabo de un rato, llegaron los padres de Juanito, éste escondió al duendecillo debajo de la cama y se metió dentro. Cuando los padres entraron en la habitación le apagaron la luz y se fueron a dormir.

El duendecillo empezó a llorar y Juanito no sabía qué hacer para calmarlo. Entonces, el duendecillo le explicó que tenía miedo a la oscuridad. Juanito le puso una linterna azul para que se callara, porque sino lo descubrirían sus padres. A la mañana siguiente Juanito salió de casa con el duendecillo y le dijo que volviera a Escocia y demostrara a sus padres que ya no era revoltoso para que le dejaran quedarse. Y Juanito y el duendecillo decidieron verse otro día.

Los tres cerditos

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CHAQUETIÑA VERMELLA

Andrea Piñeiro Vales (6º EP)



Chaquetiña vermella viña unha misión moi importante!

Sair da casa, atravesar a cidade e chegar á casa da súa avoa, que estaba enferma e, necesitaba medicinas e visitas!

Pero un ladrón ruín, grande e fortachón sigueuna.

— Debe ser rica como para levar esa roupa de luxo!, pensou o ladrón mentras lle preguntaba a onde ía.

E non estaba pensando nas medicinas! Entón o ladrón correu cara a casa da avoa e asustouna.

A avoa escondeuse no seu vestidor e o ladrón púxose o seu pixama e o seu colgante de diamantes e meteuse  na cama da avoa.

Cando Chaquetiña Vermella chamou ao timbre oíuse unha voz ronca.

— Entra.

— Ou, non!, pensou Chaquetiña Vermella. A avoa debe estar moi enferma.

A avoa, vista de preto, tiña un aspecto terrible!

— Avoa, qué fociño tan grande tes!

— É para ulir mellor ese perfume de CH que votas!

— Pero o meu perfume non é de CH, avoa!

Mentras lle daba as medicinas, Chaquetiña Vermella dixo: Avoa, qué ollos tan grandes tes!

E o ladrón votando un sorriso respondeu: Son... para ver mellor a chaqueta de charol vermello que levas, miña filla!

— Avoa, qué dentes tan grandes tes!

— Son para COMERTE mellor e roubarche todo!, berrou o ladrón saltando da cama.

Chaquetiña Vermella colleu o seu móbil de última xeneración coa pantalla táctil e chamou ao 112, e berrou tan forte que os veciños foron de seguida para ver o que pasaba.

Chaquetiña Vermella e a súa avoa salváronse dun gran roubo! VIVA!

CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO AMARILLO.

Caetán 2º ESO



Erase una vez una niña llamada Caperucita Roja. Un día su madre, que era mecánica de la escuderia Ferrari de Fórmula 1, mandó a Caperucita que fuese a la casa de la abuela y que le preguntase la estrategia de carrera que venía bien para      ese gran premio. Cuando Caperucita llegó le preguntó a la abuela qué estrategia debería seguir el equipo Ferrari para ganar el gran premio y derrotar a los Brawn. La abuela le preguntó a Caperucita dónde se celebraba el gran premio pero Caperucita Roja no lo sabía. Para llegar antes al box de Ferrari donde estaba su madre y preguntarle dónde corrían ese fin de semana la abuela le dijo a Caperucita que cogiese el coche en el garaje. Cuando Caperucita llegó al garaje se encontró con que había muchos coches y no sabía cuál coger. Caperucita volvió a la casa de la abuela y le preguntó cual podía coger y la abuela le respondió que podía conducir el Ferrari pero solo el Ferrari F50 porque el otro era demasiado potente. Caperucita salió del garaje con el coche. Iba ya por la mitad del camino cuando un Lamborghini se le acercó. Cuando ya lo tenía pegado reconoció que era un Lamborghini Murciélago y dentro iba un lobo. El lobo ordenó a Caperucita Roja detenerse y esta lo obedeció. El lobo se bajó del coche y se acercó al Ferrari de Caperucita. El lobo ordenó a Caperucita que bajase la ventanilla y esta la bajó. El lobo le propuso a Caperucita una carrera hasta la gasolinera de las afueras de la ciudad, Caperucita aceptó la propuesta y le dijo al lobo que el que perdiese tenía que invitar al ganador a una cena. Un oso que iba dando un paseo por allí cerca dio la salida y los dos bólidos empezaron a correr. Caperucita se adelantó en la salida ya que el Ferrari tenía mejor aceleración y fue en la cabeza hasta que llegaron a la ciudad. Una vez dentro de la ciudad el lobo con su Lamborghini adelantó a Caperucita y su Ferrari como una exhalación ya que el Lamborghini del lobo tenía montados neumáticos de lluvia y Caperucita neumáticos duros. Pero el lobo tuvo que parar poco después porque sus neumáticos se desgastaban antes que los duros y los tenía completamente destrozados. Cuando el lobo le estaba cambiando los neumáticos por otros de lluvia y echando gasolina a su Lamborghini Caperucita lo adelantó rápidamente, pero como seguía lloviendo Caperucita tuvo que parar a cambiar sus neumáticos por unos de lluvia y también a echar gasolina. Cuando Caperucita estaba echando gasolina a su Ferrari el lobo la adelantó rápidamente pero el lobo iba más cargado de gasolina y Caperucita no tardó en cogerle y adelantarlo.

Ya estaban saliendo de la ciudad cuando a Caperucita le sonó el móvil. Esta lo cogió y empezó a hablar por él con su madre. Esta le pidió que comprase en el supermercado un kilo y medio de percebes y tres o cuatro kilos de camarones. Caperucita ya iba a colgar cuando un policía la vio hablando por teléfono y  ordenó que se detuviese. El agente le puso una multa de 50 € y cuando le iba a retirar cuatro puntos del carné de conducir pasó el lobo a toda velocidad. El agente e policía se montó en su coche y empezó a perseguir al lobo. Caperucita tuvo suerte ya que no tenía carné de conducir y acababa de cumplir los trece años de edad. Caperucita arrancó y no tardó en adelantar al coche de policía y ponerse a la par del lobo y poco después despistaron al policía. Ya estaban los dos en la recta de meta, Caperucita en la cabeza y el lobo detrás. Caperucita ya se sentía ganadora y estaba pensando en la cena cuando de repente el lobo la pasa y gana la carrera. Cuando los dos se bajaron del coche Caperucita le preguntó al lobo cómo la había adelantado de esa manera y el lobo le contestó que su coche tenía KERS. El lobo se alegró y esa misma noche Caperucita Roja tuvo que invitar al lobo a cenar. Caperucita se olvidó de todo lo que le habían mandado y los dos Ferrari quedaron fuera de la carrera y los Brawn hicieron doblete. Y colorín colorado esta carrera se ha terminado.

BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS

Nuria Rico Alonso  1º ESO



Érase una vez, no hace mucho tiempo, vivía en un alto edificio de Galicia, una chica llamada Blancanieves. Blancanieves vivía en un dúplex alquilado a su madrastra. A Blancanieves le gustaba su vecino del quinto, Eduardo, que era médico, pero nunca le decía nada.

Un día, por culpa de la crisis, Blancanieves no pudo pagar el alquiler y la madrastra la echó de casa. Blancanieves buscaba piso, pero ninguno se ajustaba a su sueldo de limpiadora. Al día siguiente la echaron del trabajo porque veía mucho la televisión y no hacía sus tareas. Dos días después se acordó de que mientras trabajaba, había visto el anuncio en la televisión de “Enano busca esposa” y pensó que sería bueno encontrar un buen marido con el que superar la crisis. Entonces envió una carta al programa. A los dos días le respondieron siete enanos que vivían en el campo. Blancanieves fue al programa, le presentaron a los enanos, pero no eran lo que ella se esperaba: siete enanos despedidos de la mina que vivían todos juntos en una pequeña casita y que lo que más les gustaba era hacer el vago y comer puchero gallego. Al principio, Blancanieves pensaba que le estaban tomando el pelo, pero era verdad. Tendría que pasar ocho días viviendo en una mini casa, con siete enanos hasta que se acabara el programa.

Blancanieves no soportaba los olores y los trabajos del campo, y aunque le encantaba pasear por él, no sabía lo que era trabajarlo.

La madrastra se enteró de que su hijastra se estaba haciendo famosa y quiso deshacerse de ella, y no se le ocurrió mejor cosa que enviarle una cesta con frutas envenenadas. Cuando Blancanieves recibió la cesta, pensó la madrastra no era tan mala persona. Cogió una manzana que tenía muy buena pinta y le metió un buen mordisco. En cuanto la mordió se desmayó y los enanitos que también estaban con ella, llamaron inmediatamente al Hospital Universitario de A Coruña, donde trabajaba su vecino.

Al llegar al hospital, le atendieron con rapidez muchos médicos, y entre ellos estaba Eduardo, su vecino. Blancanieves estaba tan afectada que le dio un gran ataque y dejó de respirar. Pero en ese instante, Eduardo le empezó a hacer el boca a boca y al cabo de unos segundos se despertó. Blancanieves y Eduardo se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro y decidieron casarse.

Se casaron, y vivieron felices por siempre jamás.

As cabras larpeiras

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